Desde el siglo IV AC se difunde la seda hacia el Oeste gracias a los mercaderes que la intercambian por oro, marfil, caballos o piedra preciosas.
Hasta las fronteras del Imperio Romano, la seda se convierte en un patrón monetario útil.
La Grecia helenística tenía gran aprecio por las producciones chinas e intenta implantar moreras y gusanos de seda.
La Persia sasánida, por su parte, controla el comercio de la seda hacia Europa y Bizancio.
Hasta 552 no recibirá el emperador bizantino Justiniano los primeros huevos de gusanos de seda, que dos monjes persas habían traído desde China, ocultos en sus bastones de bambú.
Hasta las fronteras del Imperio Romano, la seda se convierte en un patrón monetario útil.
La Grecia helenística tenía gran aprecio por las producciones chinas e intenta implantar moreras y gusanos de seda.
La Persia sasánida, por su parte, controla el comercio de la seda hacia Europa y Bizancio.
Hasta 552 no recibirá el emperador bizantino Justiniano los primeros huevos de gusanos de seda, que dos monjes persas habían traído desde China, ocultos en sus bastones de bambú.
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